Ampliaciones del Banco de España

El edificio del Banco de España se encuentra en la Plaza de Cibeles, ocupando una manzana completa de gran tamaño. Hasta llegar a ello han pasado varias fases, con ampliaciones sucesivas, empleándose diferentes criterios en las mismas. aunque todas con un objetivo común: la integración.

Inicialmente se construyó un edificio en la esquina de la calle Alcalá con el Paseo del Prado. Mientras estaba en construcción, se decide ampliarlo por el Paseo del Prado.

En el año 1927 se encarga la primera ampliación, por la calle de Alcalá. En este caso la fachada se amplia como una continuación de la primitiva, no encontrando diferencia con la ejecutada unos años antes. Interiormente la ampliación sí que rompe con los esquemas anteriores.

En los años 40 se produce la segunda ampliación. Esta vez por una calle secundaria, la de los Madrazo. Esta vez se realiza un edificio distinto, con composición distinta: ventanas cuadradas que se repiten a ritmo constante a lo largo de una larga fachada, sin presencia de grandes elementos decorativos, salvo unas sencillas pilastras entre los huecos y una cornisa, también con diseño sencillo. La unión con el edificio anterior se hace retranqueada y en forma de puente, dejando un paso inferior que sirve de entrada de vehículos. No obstante, existe una clara intención de casar con el edificio original. Por una parte, los materiales son los mismos: la piedra; por otra, la cornisa es la misma, a la misma cota, con el mismo diseño y continua. Otros pequeños detalles, como las esquinas redondeadas con las mismas formas, hacen que forme un todo.

Finalmente, a principios del siglo XXI, se produce la ultima ampliación: se construye la esquina entre las calles Alcalá y Marqués de Cubas, completando la manzana. En esta ocasión el artífice es Moneo, y vuelve a la monumentalidad propia para una calle principal. Al igual que en todas sus obras, busca armonizar con el entorno, en este caso repitiendo las formas básicas del edificio original, con los mismos materiales, pero con un acabado distinto. Se ejemplifica con los medallones, representan una cara, pero en un estilo distinto, con aristas vivas.